lunes, 9 de junio de 2014

INCREÍBLE: Según el periodista Fernando Stanich del prinicpal diario de Tucumán, no habría que darle agua potable a la gente

Aunque usted no lo crea, el periodista Fernando Stanich escribe en su columna de los Lunes frases terribles como: " En Casa de Gobierno podrán responder que, hasta aquí, la cultura política del apósito diario le dio resultados" refiriendose a las obras de pavimento y agua potable realizadas por el Gobernador Alperovich.
¿Sera que al periodista nunca le falto en liquidillo cuando abrió las canillas de su mansion?
¿Sera que siempre vivió en algún poderoso y lujoso country de Yerba Buena donde siempre tuvo calles limpias y pavimentadas?

Alperovich y la cultura de la curita

Una “curita”. Es todo lo que necesita un adulto para calmar, momentáneamente, el llanto de un niño tras un tropezón. Es una estrategia para ganar tiempo, porque el pequeño cree que el dolor pasará junto con la colocación de un apósito. Siente seguridad, se olvida del mal trago vivido y continúa jugando. Pero al rato, si el malestar persiste, vuelve a la falda de sus padres. En política ocurre algo parecido. Por eso, en Tucumán, el alperovichismo hizo gala de la cultura de la “curita”. A lo largo de estos 11 años de gestión, el Gobierno se preocupó por tapar los problemas de manera superficial, con vendas.

La semana pasada el oficialismo protagonizó una metáfora del estilo impuesto por José Alperovich. Julio De Vido, el hombre que reparte los millones K para obras públicas, llegó a la provincia para presentar un compendio con el detalle de los proyectos de infraestructura estratégicos para el desarrollo de Tucumán. Sin embargo, lo único concreto es que acabó firmando convenios para ejecutar obras de menor cuantía, a través del plan “Más Cerca”. Es decir, lo que se prometió como la solución definitiva para los males endémicos de la provincia, como la falta de agua, de buenos caminos y de energía, devino -paradójicamente- en la aplicación de una “curita”. Porque del pomposo Plan Quinquenal, a juzgar por el saldo de la visita de De Vido, lo único material que queda es el libro elaborado con más de 80 instituciones públicas. El resto -con excepción de la autopista hasta Las Termas del Río Hondo- son meros anuncios y expresiones de anhelo. De esta manera, de aquí hasta la finalización del mandato de Alperovich lo que sí habrá -porque eso quedó garantizado en documentos públicos- es más de lo mismo: obras públicas de pequeño impacto y de altísimo -al menos hasta aquí- rédito electoral. Es decir, el sello de agua del alperovichismo.

Nadie puede poner en duda la importancia de que a una familia que carece de agua, le instalen un pozo cerca; tampoco de que a quienes residen en calles de tierra les construyan cordón cuneta o asfalto. Lo que sí merece ser al menos debatido es por qué una gestión que se está despidiendo tras una década en el poder, aún recurre a parches y no a soluciones estructurales. Porque con la excusa de la herencia, a esta altura, ya no alcanza. En realidad, hay algo en el ADN alperovichista que le marca los pasos de lo urgente antes que de lo verdaderamente importante. De lo contrario, no hay explicación válida para una gestión que administró recursos récords, que manipuló la suma del poder público y que posiblemente se despedirá con un puñado de obras trascendentes y miles insignificantes. Especialmente, viniendo de un gobernador que quiso pasar a la historia como un nuevo Celestino Gelsi.

Como retruque, en Casa de Gobierno podrán responder que, hasta aquí, la cultura política del apósito diario le dio resultados. Es cierto. Pero no es menos cierto que, ya el año pasado, la sociedad le lanzó una advertencia y le enseñó que a veces con cordón cuneta y agua potable no basta: la lista del Poder Ejecutivo para el Congreso nacional perdió en los principales centros urbanos y se llevó un susto generalizado. Indudablemente, el oficialismo aún no percibe que, dentro de un año y medio, la sociedad puede llegar a reclamarle otros atributos a sus candidatos. Mal que le pese, en la boleta del Frente para la Victoria ya no estará el rostro de José Alperovich y ninguno de los nombres que se mencionan para sucederlo le garantiza el éxito. Menos aún si la estrategia política y electoral sigue siendo la misma que hace 11 años.

Con el statu quo al que apostó, el alperovichismo quedará en los comicios de 2015 a merced de las internas y las traiciones de las que el peronismo puede escribir libros. Las obras públicas emparentadas a la antiquísima política territorial del PJ pueden ser suficientes para retener el poderío de cada dirigente local, pero quizá no para erigir a una figura política superadora. Es que el año que viene, probablemente, haya muchos tucumanos que pidan algo más que una “curita”.

http://www.lagaceta.com.ar/nota/593958/opinion/alperovich-cultura-curita.html

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